El ser… o el hacer

El cristianismo se compone de dos partes, “el ser“, que identifica quiénes somos en Cristo, y “el hacer“, que son las cosas exteriores que todo cristiano ha sido llamado a realizar para Dios.

No podemos llamarnos cristianos (ser), sino estamos dispuestos a obedecer (hacer) los mandamientos del Señor.

…pues somos hechura suya (ser), creados en Cristo Jesús para buenas obras (hacer)…

Efesios 2:10

El cristianismo no es un asunto intelectual solamente, donde aceptamos las doctrinas bíblicas y estamos de acuerdo con todo lo que la Biblia dice.

El cristianismo también demanda cambiar nuestra vida y vivir conforme a la voluntad de Dios.

¿Pero qué sucede cuando nos enfocamos en el hacer, y nos olvidamos del ser?

Un cristiano, sin “el ser”

Llamarse cristiano, pero sin ser cristiano, es algo muy común en el mundo. Si hacemos una encuesta preguntando por la religión de las personas, muchos van identificarse como cristianos. Pero si preguntamos a esas mismas personas ¿cuándo fue la última vez que leyó la Biblia? o ¿cuándo fue la última vez que asistió a la iglesia? las respuestas van a ser decepcionantes.

¿Se puede ser cristiano, sin una vida cristiana? No lo creo, por lo menos, eso es lo que la Biblia dice en varios lugares. (Santiago 1:22)

Ser cristiano es tener una relación personal con Dios. Las disciplinas espirituales son el medio por el cual mantenemos esa relación con Dios constante.

Vivir a Cristo implica que de nuestra vida emana un cristianismo vivo. Es algo que brota de nosotros. Y no estoy hablando de lo que usted hace para Dios. Estoy hablando de lo que exhala de su vida todos los días cuando se relaciona con los demás. Eso es el ser en Cristo.

Algunas disciplinas espirituales que nos hacen crecer en el ser son: la oración (Colosenses 4:2), la lectura de la Palabra (Mateo 4:4), el estudio de la Palabra (Hechos 17:11), el ayuno (Hechos 13:2), la adoración (Efesios 5:19), y congregarse (Hebreos 10:25), entre otras cosas.

Si andamos con Jesús, nos vamos a parecer a El. Por lo tanto nuestro ser va a cambiar. La gente va a notar un cambio en nuestra vida. Ya no somos como éramos antes. Hay algo diferente en nuestra manera de pensar y en nuestra manera de ver el mundo. Y estas son cosas que la gente va a notar.

Ministrando sin “el ser”

Hasta aquí hemos hablado de las personas que se afilian al cristianismo, pero no viven una vida cristiana. Pero ¿Qué pasa cuando una persona está sirviendo a Dios, sin el ser? Aquí el asunto se vuelve grave.

Hoy en día hay muchos servidores de Dios que están viviendo el hacer todos los días: llámense pastores, misioneros, líderes de jóvenes, predicadores, maestros de la Biblia, que sirven a Dios (el hacer), pero no emanan “el ser” cristiano.

Estas son personas que no huelen a Cristo. Son personas secas espiritualmente hablando. Son personas cínicas, que ven las cosas desde la gradería. Son personas que en teoría pueden darle a uno las respuestas correctas de la Biblia, pero sus vidas no son un ejemplo de una vida llena del Espíritu.

Son personas que no muestran el fruto del Espíritu en sus vidas cotidianas:

Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…

Gálatas 5:22-23

Sus comportamientos son de orgullo, crítica, murmuración, vanagloria, falta de respeto hacia los demás, etc.

El obrero enfocado en el hacer, está cansado, estresado, quemado y nunca tiene tiempo.

Lastimosamente, muchos siguen a este tipo de personas porque el título ministerial que tienen parece muy importante. Son admirados por la trayectoria de trabajo para Dios, pero no se dan cuenta que sus vidas están vacías del amor de Dios.

Por lo tanto, a estos “siervos de Dios”, no les queda otra opción que compensar la falta del ser, con el hacer. Y dedican su tiempo trabajando incansablemente para Dios. Tienen que llenar su día de actividades ministeriales, están siempre corriendo, porque trabajar es más importante que las personas, y evitan relacionarse con la gente a nivel personal porque no tienen nada que dar.

Sin sus tareas diarias, están perdidos, no saben qué hacer. Incluso se pueden sentir mal consigo mismos porque no están trabajando para Dios. Esto es algo que ya Jesús nos enseñó:

Aconteció que, yendo de camino, entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Marta, en cambio, se preocupaba con muchos quehaceres y, acercándose, dijo:
–Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo:
–Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria, y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.

Lucas 10:38-42

Para estas personas, cuando ven a otro cristiano pasar tiempo con Dios en oración, en ayuno, en lectura de la Palabra, es casi que perder el tiempo.

Para ellos, lo que hay que hacer es más importante que el ser. Y por lo tanto cuando ven que otros no trabajan tanto duro como ellos… murmuran.

Con esto no estamos diciendo que no debemos trabajar para Dios. Por supuesto que hay que trabajar.

Pero si usted va a servir a Dios, hágalo porque es la tarea que Dios le dio. No haga las cosas para quedarle bien a los demás. Porque al final de cuentas, no podemos quedarle bien a todo el mundo.

Siempre van a existir personas con una vida espiritual seca, que van a aprovechar la primera oportunidad que tienen para criticar el ministerio que Dios le dio.

Mientras tanto sigamos el consejo de Pablo…

Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio

2 Timoteo 4:5

Bendiciones.

Gabo
Gabo

Gabriel completó el bachillerato en el seminario y actualmente está cursando la maestría. Es evangélico sin denominación. Sirve en el ministerio desde el 2006, y es misionero en un país de África con su esposa e hija desde el 2018.

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